jueves, 14 de julio de 2011

Capitulo 1

      El Parque de la Independencia habría estado desierto un viernes de Junio a las 2 de la mañana, pero esa noche la soledad del lugar se vio interrumpida por la presencia de la policía. La Inspectora Melisa Fracchia, de Homicidios, se armó de valor para bajar del auto, a una cuadra de la escena, y enfrentar el frío que hacía en la calle. Apenas apoyó el pie en la acera, un escalofrío subió por su columna, y comenzó a tiritar, mientras se frotaba las manos para calentarlas.
    Pese a estar vestida con una campera y un pantalón abrigado, más una bufanda de lana, el invierno en la ciudad de Rosario se hacía sentir. Una nube de aliento frío salió de su boca.
    Hace no más de 3 horas se estaba acostando para dormir, luego de bañarse. Había pedido comida por teléfono, por lo que no había tenido que cocinar y, por haber comido de la bandeja, tampoco lavar los platos. El cadete encargado de llevarle su pedido, cuando la vio asomarse por la puerta, y mientras le entregaba la comida y le cobraba, no dejó de mirarla de arriba a abajo. Casi en ningún momento la miró a la cara. Luego de cerrar la puerta con llave, se miró en el espejo de cuerpo entero que tenía colgado en la pared del hall. No tenía nada raro. Su cabello castaño estaba como siempre: corto, lacio, medianamente peinado. No estaba vestida de forma extravagante, sino con un pantalón deportivo negro, un pulóver y pantuflas. Su físico, resultado de las horas semanales de gimnasio recomendadas por la policía, y su metro setenta de alto, le permitía vestirse de casi cualquier modo, aunque ella prefería los colores blanco y negro, pasando por toda la escala de grises.
       "Adolescente drogado" murmuró Fracchia con desprecio mientras se dirigía a la cocina.
        Se había ido a dormir temprano, pensando en que ya casi empezaba el fin de semana, el cual pasaría con su sobrina de 12 años, Lucía, a quien quería como a una hija. Ella no tenía hijos, ya que por los horarios de su trabajo y las inoportunas guardias que le tocaban, como en esa noche, no tenía tiempo para buscar parejas, aunque eso no le molestaba. Prefería quedarse en casa leyendo a salir con alguien en una cita.
      Su sueño se vio interrumpido alrededor de la una y media de la mañana, cuando sonó su celular. Llamaban de la central.
- Fracchia
- Hemos encontrado un cadáver.
- ¿Cómo? ¿Dónde?
- En el Parque Independencia, más específicamente en el Jardín Francés. Usted está a cargo de la investigación.
- Voy para el lugar ahora mismo.

     Cortó. Eso le recordaba por qué se había hecho policía. No para llenar papeleo o dar charlas. Ella se había unido al sector de Homicidios para atrapar a los criminales que andaban sueltos por la ciudad, y atentaban contra la vida de los ciudadanos, y no es sino por su buen trabajo que alcanzó el rango de Inspectora. Salió de su cama, se vistió como de costumbre, asegurándose de usar suficiente abrigo, y partió para la escena del crimen en su Eco Sport negra.

     La escena estaba iluminada, además de por las precarias luces del lugar, por reflectores de la policía. Era un jardín rectangular con una gran fuente de mármol en uno de los extremos, que desemboca a un estanque largo que ocupa el centro del parque. La plaza estaba rodeada por una pared de arbustos, con huecos que servían de ingreso. Dándole la espalda a los arbustos se hallaban bancos de madera, dejando un pequeño espacio en el medio.
     Cuando Fracchia llegó a las cintas de ‘Peligro’, salió a su encuentro la Doctora Marta Gentini, directora del departamento médico-forense, y, luego de saludarse, se dirigieron juntas hacia un costado del tanque, donde se encontraba en el piso una manta blanca cubriendo el cuerpo sin vida.
 -El cadáver fue hallado en el estanque hace aproximadamente media hora por aquél muchacho- dijo la doctora señalando a un joven de veintitantos que estaba hablando con unos policías –ahora mismo le están tomando la declaración. El muerto se llama Leonardo Mónaco, casado, de 47 años. Tenía consigo su billetera, documento de identidad y celular, por lo que suponemos que no fue un robo. Lo asesinaron de una puñalada en la espalda, perforándole el pulmón, lo que lo mató casi instantáneamente. Por la sangre que hallamos en el lugar, se lo clavaron en aquél banco -dijo señalando uno de los que estaban en el extremo opuesto a la fuente-, y lo arrastraron para tirarlo ya muerto al agua.
- Leonardo Mónaco.. ¿Tiene familia?
- Solo esposa, la están tratando de ubicar. Estella Carrozzi. - Interrumpió Diego Galarza, el detective que colaboraba con Fracchia desde hacía más de dos años. Alto, pelo negro corto. Un poco más joven que Fracchia.
- ¿Cómo estás Galarza?
- Detective Fracchia. ¿Dormiste bien?
- Tanto como pude. ¿Qué más me puede decir del crimen?
- El celular está muerto. La batería debe haberse arruinado cuando tiraron a la víctima al agua. Lo llevaré a que lo arreglen.
- Bien. Doctora, ¿algo sobre el cadáver?
- No hay mucho. Por la temperatura del cuerpo, ocurrió hace más o menos dos horas. El puñal fue clavado por atrás, no hay signos evidentes de otra agresión. Lo tomaron por sorpresa.
- La pregunta es qué hacía un hombre como Mónaco aquí, solo, a la una de la mañana. -dijo la Inspectora
- ¿Esperando a una amante?- Se escuchó una voz detrás de Melisa, que a ella le sonó familiarmente molesta. Haller.

    Emilio Haller había comenzado a trabajar en conjunto con el cuerpo policial hace unos meses. La policía tenía un sospechoso australiano, que estaba en el país por negocios. Como no hablaba español, y el traductor oficial de la policía no estaba disponible, la detective decidió contratar a alguien, y Haller fue el primero que aceptó el empleo. Era profesor de inglés de nivel secundario en varios colegios de la ciudad, uno de los más demandados. Durante el interrogatorio, Haller no solo había hecho de traductor, sino que había cumplido un rol mucho más importante en el interrogatorio, preguntando al sospechoso lo que él había considerado relevante, en vez de lo que la Inspectora le ordenaba. Gracias a la información que él supo conseguir, se aclaró la situación, se encontró el móvil del hombre y este, tras haberle fallado la coartada, se vio obligado a confesar. Tras ver su desempeño, el Inspector superior de Fracchia le ofreció a Emilio trabajar con la policía, no como traductor, sino como consultor civil. Esa era la primer causa de la bronca que sentía Fracchia por Haller. No le gustaba que otros hicieran su trabajo, y menos si lo hacían mejor que ella. Y empeoraba la situación el hecho de que Haller era un hombre de lo más arrogante, incluso más que ella, lo que era mucho decir. Cualquier cosa que hacía bien, o si su hipótesis resultaba la correcta, era razón para vanagloriarse.
    A ella le gustaba resolver casos, pero lo de Haller era excesivo: lo apasionaban, los veía como una gran aventura. Demasiadas películas de acción y series estadounidenses, pensaba Fracchia.
    Estaba vestido con un pantalón de Jean negro y una campera del mismo color. Su pelo rubio le tapaba parte de la frente. No parecía tener frío.
- Tenía la esperanza de que te quedaras durmiendo - dijo la Inspectora mientras se daba vuelta para ver su cara.
-Conoces el dicho... 'The early bird catches the worm'. Hola Galarza. Doctora.

    Después del hecho que se haya metido en su investigación, y que la obliguen a trabajar con él, eso era la segunda cosa que más le molestaba de él. Gastaba gran parte del día diciendo frases célebres o proverbios en inglés, lo que resultaba realmente fastidioso. Y peor era cuando jugaba con las palabras para torcer el significado a su gusto. Prefirió no seguir hablando con él, y se puso en marcha en dirección al muchacho que había hallado el cadáver, para huir del grano en el culo que representaba Haller. Desgraciadamente, él la siguió. Es como si disfrutara seguirla y hacer que su trabajo se convierta en una carga. Él representaba era una carga.
     Estando todavía a unos metros, uno de los oficiales que estaban con el muchacho se le acercó.
-Julián Oviedo, 23 años. Volvía de la casa de un amigo, cruzó el parque para acortar camino y se topó con el cadáver, y llamó a la policía.
- Yo me encargo –dijo Fracchia, cuando se paró frente al joven. El otro policía se alejó, acompañando al primero.

     La cara del joven no se podía describir sino como una mezcla de borracho, dormido, preocupado y traumado al mismo tiempo.
- Hola Julián, soy la Inspectora Fracchia. ¿Te puedo preguntar como fue que encontraste el cadáver?
- Hola. Ya se lo expliqué al otro policía. Volvía de lo de un amigo, nos habíamos reunido para festejar su cumpleaños, y cuando volvía a mi casa en Pueyrredón y Pellegrini, a eso de la una, decidí cruzar la plaza para acortar camino, y ahí fue cuando encontré el cadáver y llamar al 911. Mi amigo vive en Riobamba y Moreno. Pueden preguntarle. No estoy detenido, ¿verdad?
- No. Es más, ya puedes irte. Ten mi tarjeta, y llámame si recuerdas algo más- dijo Fracchia mientras sacaba su tarjeta personal del bolsillo interno de la campera.
- Espera un segundo- dijo Haller, levantando la mano para hablar, como si fuera un estudiante.

     Fracchia lo atacó con una mirada fulminante, y el chico lo miró impaciente.
- Lo único que no me cierra: el cuerpo estaba hundido casi por completo adentro de la pileta. ¿Cómo hiciste para verlo bien entrada la noche?

      El joven desvió la mirada hacia abajo.
- Pues… no me aguantaba, y oriné en el agua.
- Qué ortodoxo. Ahora sí, puedes irte.- Miró a la Inspectora-  El tipo vino acá por un encuentro romántico. Apostemos algo.

     La Inspectora decidió ignorarlo. Cuando se acercó y observó el banco dijo
- Claramente lo apuñalaron por detrás.
- ¿Dices que el asesino se escondió entre el banco y el arbusto hasta que él llegara?
- Lo que significa que nuestro  hombre sabía dónde él iba a estar.
- Sabía exactamente en qué banco se sentaría.
- La víctima habría acordado una reunión con el asesino.
- O por lo menos, el asesino sabía de la reunión.

    Fracchia sacó una linterna y comenzó a iluminar la zona entre el banco y el arbusto, y ambos se agacharon para observar mejor. Notó que sólo la separaban unos pocos centímetros del cuerpo de Haller, y eso la hizo sentir cómoda.
     Dios, qué le estaba pasando? Se alejó de él, rodeando el banco para observar desde el otro lado. El pasto brillaba con un color esmeralda. Iluminó toda la zona y el banco, buscando pistas.
-Apunta al arbusto- sugirió Haller. Ella lo hizo con mala cara, hasta que dio con un fino y alargado filamento oscuro colgando de una rama sin hojas que sobresalía.
-Un pelo negro.

     Él sonrió. Fracchia tomó una pinza y lo metió en un sobre. Siguió alumbrando un poco más, para descubrir un cuchillo de cocina clavado contra la tierra, metido abajo del arbusto. Miró a Haller triunfante ‘Tú no lo hubieras visto, verdad?’ pensó contenta.
- ‘Who lives by the sword, shall die by the sword’. 

     Como hizo con el pelo, metió el cuchillo en otro sobre, y se apresuró a alejarse de allí. O mejor dicho, de él.
    Se dirigió hacia donde se encontraba la Doctora para ver si había descubierto alguna otra cosa, y para hacerle saber que había encontrado el arma homicida, pero en el camino la interceptó Galarza.
- Hemos ubicado a la esposa. Se encuentra en el casino.   
- ¿Jugadora compulsiva?
-No, trabaja allí. De 10 de la noche hasta las 6.

Haller dio un paso al frente para intervenir.
- Interesante, entonces el marido andaba de noche con mujerzuelas mientras su dedicada esposa compraba el pan..
- No saques conclusiones. ¿Vienes a buscar la esposa?
- ¿Por qué no? Quedarme hablando con la víctima no será muy interesante.

     Estella Carrozzi echó a llorar, y se tumbó en una silla. Su cara, arruinada por las lágrimas, contrastaba con su impecable cabellera rubia.
- ¿Están seguros de que es él?
- Tenía su documento de identidad. Lamento mucho su pérdida.
- ¿Qué le pasó?
- La mataron de una puñalada. Necesitaremos que nos acompañe a la comisaría para responder unas preguntas.
- Por supuesto- dijo, secándose las mejillas con un pañuelo sacado con un pañuelo blanco. -¿Ahora?
- Si no hay inconveniente, sería lo mejor.
- ¿No saben quién fue?
- Todavía no tenemos nada.

   Luego de sentarse, la esposa de la víctima se pasó un pañuelo por las mejillas para secarse las lágrimas, el mismo pañuelo que a continuación utilizó para sonarse la nariz.
- Señora, ¿sabe de alguien que quisiera ver a su esposo muerto? ¿Alguien que quisiera lastimarlo, quizás? – Melisa se sentó del otro lado del escritorio, con Haller parado detrás suyo.
- ¡No! El era un buen hombre. Tenía problemas, como todo el mundo, pero.. aguarde un momento- hizo una pausa, tratando de recordar.- Había un hombre, un cliente suyo.. No recuerdo su nombre.. Estaba enojado con mi esposo porque decía que lo había estafado.. Leonardo nunca haría algo así.. Pero este sujeto estaba como loco! Decía que lo iba a demandar y a quitarle todo el dinero.. Lucas! Se llamaba Lucas.
    Fracchia miró a Haller, y luego, mirando de nuevo a la viuda, le dijo:
- ¿Sabe qué hacía su esposo en el Jardín Francés a esta hora?
- ¿Dónde?
- Es uno de los jardines del Parque Independencia.
- ¿Allí lo encontraron? No, ni idea. Generalmente se quedaba en casa.
- De acuerdo, nos ha ayudado mucho. Ya puede irse. Necesitaremos ir a su casa, para buscar información.
- Entiendo. ¿Necesitan que les dé una llave?
- No es necesario. Tenemos la que su esposo traía consigo. También iremos a su oficina.
- Lo que necesiten. ¡No puedo creer que se ha ido! –Rompió a llorar – Teníamos planeado hacer tantas cosas.. y ahora él se fue.. me abandonó.. ¿Qué voy a hacer?
Lamentándose, la esposa de la víctima se retiro y los dejó solos. Fracchia le dirigió la mirada a su compañero.
- ¿Qué pasa?
- No has hecho ningún comentario. Ni siquiera preguntaste nada.
- No.. no me sentía cómodo. Esa señora se quedó sin la persona que más quería. ¿Cómo tienes el valor de decirles a las personas que un ser querido suyo ha muerto?
- Es parte del oficio. Duele, pero uno se acostumbra. Por fin aprendes que no todo es color de rosa en la policía. Vamos a ver quién es ese tal Lucas. 
     La víctima y su esposa vivían en el un departamento ubicado en Santiago 1614, en el 5to piso. La pieza donde dormía el matrimonio daba a la calle, y tenía un pequeño balcón. Tenía en el centro la cama matrimonial, muebles en una pared y una cómoda en la otra. Frente a la cama se hallaba un televisor plasma colgado en la pared. Fracchia se puso los guantes, y lo miró a Haller.
- Si piensas tocar algo, ponte un par tu también.
- ¿Tienes unos de repuesto? Olvidé pedirle a mi dentista la última vez que fui.
- Te los daré si te callas.
- Es un trato.
    Estuvieron un rato hurgando en la habitación, sin encontrar nada, hasta que Haller, que estaba agachado en el suelo, se levantó y empezó a saltar y a hacer todo tipo de señas, agitando algo en su mano.
- ¿Qué rayos te pasa? - preguntó Fracchia escandalizada
- Encontré esto. Supongo que es el celular que la víctima utilizaba para asuntos del trabajo -dijo, levantando la mano donde tenía un celular.
- ¿Y por qué todo el alboroto?
- No podía hablar.
     Fracchia resopló al tiempo que le arrebataba el celular.
- Una llamada perdida: Pizzería. Libreta de contactos.. Aquí esta: Lucas Hornos.
- ¿Nuestro hombre?
- Así es.- Sacó su teléfono y llamó a la central - Soy la Detective Fracchia. Necesito información sobre un sospechoso. Lucas Hornos - Esperó unos segundos y cortó. 
- ¿Vamos a buscarlo? - quiso saber Haller
- Son casi las 5 de la mañana. Antes quiero una buena taza de café.
- Buena idea. Hay una estación de servicio con bar en Italia y Pellegrini, a unas.. 6 o 7 cuadras de acá. Tu conduces, yo invito.

Haller pagó, tomó los dos vasos de café descartables, y se fue a la mesa donde esperaba Fracchia.
- Entonces, ¿qué opinas?
Ella estaba con la mirada enfocada en un punto lejano.
- ¿Perdón?
- ¿Qué piensas del caso? ¿Cuál es el móvil?
- Oh.. no lo sé..
- Claro que no, sino ya tendríamos al culpable. Pero, ¿qué crees que haya sido? -Ella se limitó a alzar los hombros- ¿No sientes ninguna corazonada? ¿Instinto?
- Eso es de los polis de la tele, Haller, acá seguimos pistas, no somos adivinos.
- Yo sigo sosteniendo que es pasional. A no ser que.. - enarcó las cejas- Nuestra víctima estafó a este tal Lucas, él se enteró y lo amenazó. Mónaco le dijo que le pagaría, y quedaron en el parque. -Se ilustraba haciendo gestos con las manos- Se encontraron, hubo una pelea, y en un arrebato de ira Lucas saca un puñal y lo mata. Caso resuelto. - Miró a Fracchia, y quiso dar un sorbo a su café, orgulloso de su propio ingenio, pero se quemó apenas sus labios tocaron la bebida caliente, y como un reflejo volvió a dejar el vaso en la mesa.
     Fracchia sonrió. Estaba por refutar la teoría de su compañero, cuando sonó su celular. Era Galarza.
 -Fracchia.. Bien.. Gracias, vamos para allá. –Cortó –Tenemos la dirección de Hornos.
- Genial, ¿Qué hacemos ahora?
-  Vamos a hacerle una visita.-Miró el reloj colgando en la pared. Las 5:30 de la mañana.- Agarra tu café, lo terminas en el camino.
 La Eco Sport negra de la detective se había detenido en una casa de rejas negras ubicada en Urquiza al 2400. Fracchia debió tocar el timbre varias veces para de obtener una respuesta.
- ¡¿Quién es, por mil demonios?!
-¿Señor Hornos? Somos de la Policía.
-¿Qué..? Un momento.
     Salió del domicilio vistiendo un pantalón negro, camisa y un polar un hombre de unos 40 años, alto y con el pelo negro.
- ¿En qué los puedo ayudar? ¿Quieren pasar?- dijo esforzándose por sonreír.
Fracchia se estaba preparando para hablar cuando Haller se abalanzó para entrar.
-Por favor.. Aquí afuera hace un frío que mata.

Entraron al living, donde había dos sillones contra una pared, y un televisor plasma apoyado en una mesa contra la pared opuesta.
- ¿Qué nos puede decir de Leonardo Mónaco?
- Todo lo que necesiten.. ¿Lo atraparon? ¿Quieren que testifique contra él? Lo haré con gusto.
- Está muerto.
- ¿Qué..? Bueno, supongo que se hizo justicia.
- ¿Y tuvo usted algo que ver con eso?
- ¡No! Quería que pagara, sí, pero con dinero, no con su vida.
- ¿Qué fue lo que ocurrió entre ustedes?
- Lo contraté como arquitecto para que se encargara de una casa que estoy construyendo en un terreno que tengo desde hace tiempo en Hostal del Sol, en las afueras de la ciudad. Me estafó. Utilizó materiales baratos de baja calidad, pero en el presupuesto no decía eso. Se quedó con mi dinero, así que lo amenacé varias veces, diciéndole que si no me lo devolvía lo iba a demandar. Esta semana justo iba a hablar con un abogado.
- ¿Cuanta plata le sacó Mónaco?
- Según unas cuentas que hice..
- Disculpe, señor, ¿puedo pasar a la cocina? Me estoy muriendo de sed.
- Ehh.. Sí, la segunda puerta a la derecha- dijo Lucas Hornos señalando un pasillo. Lo observó mientras caminaba, y luego dirigió su mirada nuevamente a Fracchia - Unos cinco mil pesos, más o menos.
- ¿Dónde estuvo ayer por la noche?
- Acá en mi casa. Me fui a dormir temprano por el trabajo. Hablando del trabajo, estoy llegando tarde, ¿hay algo más que pueda hacer por ustedes?
- ¿Estuvo usted sólo?
- Así es. Pero tipo diez pedí comida a domicilio. ¿Sirve eso de coartada?
- Luego veremos. Que tenga un buen día. Haller! Nos vamos! -Dijo Fracchia antes de darse vuelta para dirigirse a la puerta, mientras él se acercaba a paso rápido por el pasillo.
- Nos vemos Lucas. Gracias por el agua.
Una vez en el auto, luego de encender la calefacción, miró a Haller.
- ¿Qué piensas de él?
- Creí que los polis no hacíamos suposiciones.
Fracchia miró por la ventana, buscando una respuesta. Él sonrió.
- Better to be king of your silence than slave of your words. Shakespeare.
- No sería una suposición.. sería más bien.. una evaluación. Y tú no eres un poli.
- Ah, de acuerdo. En ese caso, Hornos es inocente.
- ¿Por qué lo dices con tanta seguridad?
- Pues.. el tipo quería su dinero.. un muerto no le iba a pagar.. además, no tiene pinta.
- ¿Y cómo es eso de la pinta?
- Pues.. no parece de las personas que se pasarían un fin de semana planeando como matarte.
- ¿Y qué si fue algo espontáneo? ¿Y si Mónaco lo provocó, o algo por el estilo?
- No, si fue Hornos, fue predeterminado.
- ¿Por qué lo dices?
- El cuchillo que encontramos en la escena no es de los que tiene en su casa.
- Ah, conque por eso era lo del agua..
- Muy bien.-Dijo él sonriendo -¿Qué hacemos ahora?
- Volver a la comisaría, y esperar a que salga a la luz nueva evidencia.